miércoles, 29 de octubre de 2008
La jubilación no puede ni debe ser un negocio
"El balneario de todos y cualquiera", así la describió alguna vez Joaquín Sabina. Lo cierto es que la historia de Mar del Plata tiene un singular paralelismo con la historia nacional.
Nació como un lugar de veraneo para la elite conservadora de fines del siglo XIX. Sin embargo, en 1920 fue la primera comuna en elegir a un socialista como intendente en la Argentina.
Con la irrupción del peronismo, los trabajadores cambiaron considerablemente su nivel de vida. Alcanzaron mejores salarios, salud, educación y jubilación. Y, además, las playas de Mar del Plata.
Desde aquella época, transmite una rebeldía igualitaria que resiste privilegios. Pero para que Mar de Plata sea el balneario o la ciudad de todos, tiene que haber un Estado promotor que busque garantizar la igualdad de oportunidades de todos sus ciudadanos.
Lo mismo pasa con el tema de las jubilaciones. Actualmente el 77 por ciento de los 450 mil jubilados que cobran a través de las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP) estaría percibiendo un haber inferior al mínimo de 690 pesos.
Si eso no ocurre, es porque desde el Gobierno nacional se destinan anualmente 4 mil millones de pesos para que nadie esté por debajo de la jubilación mínima.
De seguir así, el año que viene los aportes estatales crecerían a 4400 millones y en cinco años totalizarían 25000 millones de pesos.
Por cada 40 mil pesos acumulados en una AFJP se reciben sólo 220 pesos de jubilación, el resto lo paga el Estado.
En cambio, una persona que gana 462 pesos de jubilación en una AFJP estaría obteniendo 1033 pesos en el sistema solidario de reparto.
Y, para agregar tan sólo un dato más, debido a la crisis de los mercados, quienes cobran por el sistema privado en 2008 estarán recibiendo hasta un 17 por ciento menos que el año pasado.
"Un cambio estructural y estratégico"
La semana pasada se tomó una decisión que significa un verdadero cambio estructural y estratégico del sistema previsional. Pero esta decisión se tomó fundamentalmente, en defensa de nuestros jubilados y pensionados.
Desde el sector público se decidió auxiliar al sector privado para recuperar el valor de la solidaridad del sistema de reparto. Los recursos de nuestros jubilados no son ni pueden ser fuente de especulación. La jubilación no puede ni debe ser un negocio.
Trece aumentos consecutivos se dieron en los últimos cinco años. Se incorporaron un millón y medio de personas que estaban afuera de todo sistema de jubilación. Y se consagró legislativamente, por primera vez, la movilidad jubilatoria para que los aumentos sean automáticos y no dependan del Presidente o Presidenta de turno.
Se habla de administración eficiente de los recursos. Las AFJP han sido ineficientes y además ineficaces. Gastan casi el 10 por ciento de los recursos de sus aportantes sólo en administración. La Anses, en cambio, gasta el 2,5 por ciento.
El sistema privado "invirtió" 3742 millones de pesos en mercados a futuro. Esos mercados que hoy tienen en vilo a la economía mundial.
Esta decisión se tomó a pesar de que el reglamento de nuestro sistema previsional prohibe expresamente que los recursos de nuestros jubilados o pensionados puedan ser timbeados en la especulación financiera.
Hubo un sistema que se desmoronó estrepitosamente. Y, una vez más, el Estado es convocado para hacer frente a las políticas de saqueo.
"Nosotros protegemos a nuestros jubilados"·
Sin embargo, resulta por lo menos paradójico que los analistas locales midan con distinta vara la intervención estatal en el mundo desarrollado que la intervención estatal en la Argentina.
Cuando los Estados norteamericano, francés o alemán estatizan bancos, aseguradoras o deudas privadas se los denomina "rescates". En cambio, en nuestro país es estatismo "nostálgico". Son pocos los intereses, pero grandes los dividendos.
Claro que hay diferencias. Mientras los grandes Estados del mundo adoptan una política estatista para la protección de grandes bancos y corporaciones económicas, nosotros protegemos a nuestros jubilados y nuestros trabajadores.
Un país no se construye únicamente con grandes planes y grandes anuncios. Se construye trabajando todos los días. Se gestiona minuto a minuto. Y sus resultados se verifican cuando se mejora la calidad de vida de personas de carne y hueso.
Obras para Mar del Plata
Por eso, si hay un símbolo de progreso social es Mar del Plata. Poder viajar de vacaciones a esta ciudad significa que uno está progresando, así como poder ir a la universidad, tener la casa y el auto propios. Es el emblema de la clase media argentina.
Mar del Plata es una ciudad turística. Pero también es una ciudad de textiles y pescadores, de hombres y mujeres que creen en el trabajo y en el esfuerzo.
Para favorecer el turismo interno, recientemente el Parlamento convirtió en ley una iniciativa del Gobierno nacional corriendo el feriado del 12 de octubre al primer día hábil siguiente.
Así, en el último fin de semana largo aumentó el flujo de turistas, las reservas hechas y la utilización de la capacidad hotelera, no sólo en Mar del Plata, sino en todo el país.
Pero también se están haciendo obras importantes en la ciudad, como la construcción del colector noroeste, que va a resolver un problema histórico y hacer que 30 barrios ya no sigan teniendo problemas de inundaciones.
Por otra parte, se firmó el convenio, con su respectivo financiamiento, para el dragado del puerto. Pasaron 10 años desde la última vez que se hizo un trabajo de esta envergadura.
Esto está vinculado con el mejoramiento del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (Inidep), una institución emblemática que debe estar vinculada no sólo al mar, sino a todo espacio de agua donde se pueda generar producción pesquera.
El traslado de los boliches de Alem
La industria textil, que fue devastada durante los ’90, hoy es una gran generadora de mano de obra. La fábrica de suéteres Textilana es hoy la planta más importante de Sudamérica y ocupa a más de 1000 trabajadores.
El traslado de la actividad comercial de la avenida Alem a la escollera Norte es otra obra importante para la ciudad. Este lugar, que está prácticamente inutilizado, se va a convertir en un gran espacio turístico al lado del mar.
Esto va a generar dos cosas importantes: dotar a la ciudad de un espacio turístico que funcionará en todo momento en un lugar característico y, por otro lado, brindar ordenamiento urbano a los vecinos de la zona de Alem.
Siempre recuerdo que cuando era más joven iba seguido por Alem y los vecinos se quejaban que no podían dormir por el ruido de los boliches a la noche. La verdad es que sus buenas razones tenían.
En cuanto al Plan Nacional de Deporte es también una política de Estado. El deporte, como pocas otras actividades, ayuda a construir vínculos de trabajo, de sacrificio y de solidaridad.
Estas condiciones no sólo son necesarias para ser un buen deportista, sino también para construir un mejor país, una mejor sociedad y una mejor ciudadanía.
Con obras puntuales y concretas se mejora la calidad de vida de la gente que vive todo el año, pero también de los que eligen esta ciudad como destino turístico, los trabajadores y profesionales del país profundo.
Mar del Plata está fuertemente ligada a la suerte de esos trabajadores y esos profesionales. Cuando hay trabajo y hay buenos salarios es porque hay producción. Y cuando hay producción, entonces la capacidad hotelera se desborda.
En definitiva, el trabajo y la producción no son sólo una cuestión económica, sino también cultural y política.
La tierra debe ser un bien de trabajo y producción
El país tiene una deuda histórica con el Norte argentino. Por el pensamiento geopolítico característico de los gobiernos antidemocráticos durante años se creyó que nuestros vecinos eran potenciales enemigos.
El Nordeste del país pagó un precio muy alto por esta locura. Las hipótesis de conflicto con países hermanos generaron un atraso histórico en la infraestructura necesaria para el desarrollo de toda la región.
La firma del Acta de Reparación Histórica con la provincia de Formosa, durante la gestión del ex presidente Néstor Kirchner, fue un paso adelante para tratar de subsanar, en parte, esta injusticia.
En ese contexto, fue que se terminó la Ruta Nacional 81 que une Las Lomitas en Formosa, con Senda Hachada en Salta, y se extiende por 405 kilómetros. Ese corredor bioceánico demandó una inversión de 500 millones de pesos y generó 1500 puestos de trabajo.
Actualmente la ruta registra un importante incremento del transporte de cargas de origen paraguayo hacia los puertos chilenos de Iquique y Antofagasta, a través del Paso de Jama en Jujuy y sigue promoviendo el comercio y el empleo.
En estos últimos meses, las sequías han generado problemas en toda la región. Sin embargo, Formosa hoy tiene manejo de sus recursos hídricos, no sólo para el consumo sino también para la producción.
Gracias a las obras hidráulicas realizadas, que riegan a dos terceras partes de la provincia, se pudieron mitigar los efectos de la sequía.
De cualquier forma, el Gobierno nacional a través de la secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación, decidió destinar quince millones de pesos para los productores afectados por la sequía en Formosa. Estos fondos se suman a otros 15 millones que serán aportados por la provincia.
La tierra no debe ser un bien de renta. La tierra debe ser un bien de trabajo y producción.
Por eso, la entrega a pequeños productores locales de Laguna Yema de unos 500 títulos de propiedad por un total de 250 mil hectáreas es un reconocimiento a ese esfuerzo y esa realización.
No se trata de un regalo ni una dádiva, sino de un crédito a pagar en diez años, con los primeros tres de gracia y seis por ciento de interés anual. La propiedad tampoco se podrá transferir antes que termine el período del crédito para evitar especulaciones.
Estos créditos se complementan con el Programa de Acción Integral para el Pequeño Productor Agropecuario (PAIPPA) que implementó la provincia.
La iniciativa es un ejemplo de cómo se fomenta a los pequeños productores agropecuarios. Los ‘paiperos’ se agrupan en colonias para potenciar su trabajo y para desarrollarse dignamente junto a su familia.
Por otra parte, el Centro de Validación Agropecuaria provincial (CEDEVA), es un orgullo no sólo para los formoseños, sino para los argentinos. Allí se ensayan tecnologías de riego, de aplicación de fertilizantes, de manejo de cultivos y búsqueda de material genético.
Representa un ejemplo de un organismo público que coloca sobre sus espaldas la responsabilidad de encarar los ensayos tecnológicos para que todos los que apuestan a la producción en esta zona, cuenten con información probada científicamente.
En cuanto a las obras de energía eléctrica en la línea del NEA-NOA, abastecerán de electricidad a distintas franjas de Salta, Jujuy, Tucumán, Santiago del Estero, Formosa y Chaco y permitirán la exportación e importación de energía a Brasil en condiciones más favorables.
El tendido va a ayudar a mejorar la calidad de vida del pueblo y va a poner a producir a todo el Norte Grande, facilitando su proceso de industrialización.
En el primer semestre de 2003, el 14,4 por ciento de la población formoseña no tenía trabajo. Hoy la tasa de desocupación es del 2,9 por ciento, tres veces menor a la tasa nacional y es una de las más bajas del país.
Pero todavía la Argentina es un país desigual social y geográficamente: quienes viven en los extremos del país no tienen las mismas oportunidades que quienes lo hacen en los grandes centros urbanos.
Por eso, es necesaria una redistribución del ingreso para darle a nuestro país una mayor equidad y mayor justicia social. Ese debe ser el compromiso de toda la dirigencia política, empresarial y sindical del país con sus ciudadanos.
Hace apenas unos meses, los cultores obsesivos del fracaso colectivo hablaban de los mercados a futuro y hacían especulaciones de cuánto iban a ganar ellos y cuánto íbamos a perder nosotros. Ellos eran ricos electrónicos. Nosotros pobres reales.
Ese lenguaje del dinero electrónico y de la especulación financiera llegó incluso a anidar en sectores de la economía real.
Hoy el mundo cruje preso de un capitalismo que descreyó del hombre, del trabajo y del esfuerzo, de la producción y del Estado.
La Argentina se ha parado frente al temporal consiente de que sólo la industria, los servicios y el conocimiento hacen rico a un país. El Estado ha intervenido para cuidar la mesa de los argentinos y lograr precios accesibles, pero también para cuidar al productor.
Los argentinos no nos manejamos con dogmas, somos prácticos, hemos recuperado la autoestima y creemos en nuestras posibilidades.
Si hubiéramos hecho lo que nos decían los economistas ortodoxos durante todos estos años, es decir, no regular, no intervenir y dejar todo en manos del mercado, los pequeños y medianos productores y empresarios hoy estarían quebrados.
Es curioso, la gran mayoría de los gurúes económicos internacionales, que se cansaron de hacer diagnósticos sobre la crisis de nuestro país, fracasaron a la hora de prever sus propios problemas.
Según un estudio realizado por funcionarios del propio Fondo Monetario Internacional (FMI), en más del 90% de los casos, los economistas fallaron en pronosticar con un año de anticipación las recesiones en el mundo de los últimos veinte años.
La historia reciente de la economía nacional, prueba que lo que parecía una victoria para algunos sectores, terminó siendo un nuevo fracaso. Pero no sólo ellos se perjudicaron. También hicieron perder al Estado. Y cuando pierde el Estado, también pierden los sectores más vulnerables de la sociedad.
Hoy por hoy, resulta evidente que cuando al mercado nadie lo regula, nadie lo controla y se le deja hacer lo que quiere, se termina en el descalabro financiero que está sumida la economía mundial.
Ningún sector se va a salvar a costa de los demás. En este contexto internacional, es cuando más tenemos que articular los esfuerzos entre el sector público y el privado para poder afrontar con mayor solvencia la profunda crisis internacional.
El mercado interno resulta un pilar fundamental para sostener el nivel de actividad económica. Para que nuestros trabajadores sigan teniendo empleo. Y para que lo que ellos producen pueda seguir siendo adquirido por los consumidores.
He tenido la oportunidad de venir en reiteradas oportunidades a Formosa. Llevo en mi corazón el amor y el afecto con el que siempre me han recibido. En los rostros de los formoseños y formoseñas pude ver el país profundo. Con ese país, mi compromiso es inquebrantable.
Eso si, los 37 grados de calor del lunes en Laguna Yema, se los pienso retribuir al gobernador Gildo Insfrán invitándolo a visitar en julio El Calafate. Ahí también él va a poder sentir el calor de nuestra gente, pero con 25 grados bajo cero.
martes, 28 de octubre de 2008
Hacia un nuevo paradigma de país
En la Patagonia siempre hemos comprendido el rol insustituible e irreemplazable que tiene el Estado para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Tal vez no teóricamente, sino empíricamente, a través de la experiencia cotidiana. Aquí, en la Patagonia, sabemos que lo que no hace el Estado, no lo hace nadie.
Defensa del modelo
Sin duda es importante que ésta haya sido la primera visita de un Presidente, en este caso una Presidenta, desde la época de Raúl Alfonsín.
Pero más allá del hecho histórico anecdótico, hubo un hecho político mucho más significativo: la voluntad de los rionegrinos de defender un modelo de desarrollo productivo. Un modelo de país que considera como inversión lo que muchos economistas interpretan como mero gasto público. Por eso, la importancia de la firma de convenios que fortalecerán los pilares básicos del desarrollo de la provincia: educación, salud y vivienda. En resumen, trabajo y producción.
Obras
La construcción intensiva de viviendas, las obras de infraestructura vial, la modernización de la estructura hospitalaria y educativa, están perfilando un país productivo con inclusión social y movilidad social ascendente. Desde 2003 a la fecha en Río Negro se han construido 3.633 complejos habitacionales y más de 2.100 mejoramientos en casas y trabajos edilicios. Al finalizar las obras del Plan Federal I y II, la provincia contará con 6.056 nuevas viviendas, 5.615 mejoramientos y 157 nuevas infraestructuras que beneficiarán a 154.500 habitantes. En los planes federales de viviendas participaron no sólo empresas especializadas, sino también las cooperativas de trabajo locales, lo que nos permite no sólo involucrar a estos movimientos sociales solidarios en las políticas públicas, sino además recuperar el empleo para los habitantes de la región.
Más trabajo
Estos emprendimientos no sólo resuelven el problema habitacional de miles de compatriotas, sino que a la vez requieren mano de obra intensiva. Miles de trabajadores de la construcción vuelven a tener perspectivas de futuro para ellos y sus familias. Los cascos amarillos vuelven a relucir en toda la Argentina. Y este no es un dato menor, porque la obra pública tiene un efecto multiplicador en lo económico y lo social. Además de la infraestructura básica para la actividad económica, se fortalece la sociedad en su conjunto con la construcción de nuevos hospitales, escuelas, viviendas y redes de agua potable, en un círculo virtuoso que va recreando la confianza de una Nación en sí misma. En cuanto a la salud, asegurar una atención de calidad en el hospital público es una forma de contribuir a la equidad social protegiendo a los sectores más vulnerables. No puede haber una salud para los ricos y otra para los pobres. Los 550 mil pesos que aportó el Gobierno nacional al Hospital Artémides Zatti para equipamiento de alta complejidad no alcanzan a reducir esa brecha, pero es otro buen paso. Río Negro puede exhibir hoy con orgullo a todo el país tanto el Laboratorio Provincial del Programa Zonal de Medicamentos (Prozome) que fabrica genéricos para atención primaria de la salud, como la construcción de la planta potabilizadora de agua en Villa Regina, a través del Ente Nacional de Obras Hídricas y Saneamiento (Enohsa). En esta obra, el Gobierno nacional invertirá un total de 22 millones de pesos, llevándole agua potable a más de 60.000 personas de la zona. Para dimensionar su impacto, esa cantidad de gente es casi el doble del número de habitantes de Villa Regina.
Nuevo paradigma
En cuanto a la educación, la creación de la Universidad Nacional de Río Negro, que comenzará a funcionar el próximo año, tiene una prioridad fundamental: vincular lo académico con lo productivo. Un nuevo paradigma de país precisa de instituciones educativas que unan el conocimiento con la producción, generando mayor trabajo y riqueza para los argentinos. Por eso también, a partir del año que viene, Villa Regina volverá a tener su escuela rural, para lo cual el Gobierno nacional aportará un millón y medio de pesos a través del ministerio del Interior. El gran desafío es, entonces, dotar a la estructura económica de los profesionales necesarios para forjar un círculo virtuoso de mayor industria, mejor calidad del empleo e innovación tecnológica.
Ejemplo
Río Negro puede ser desde el primer productor de peras y manzanas hasta productor de reactores nucleares. Un verdadero ejemplo para la Argentina y para los países de la región. El Instituto de Investigaciones Aplicadas (Invap) produce reactores nucleares para el mundo y ya hay dos funcionando, uno en Australia y otro en Egipto. Esta empresa estatal se ha convertido en un modelo internacional de gestión pública sobre el conocimiento. En cuanto al complejo frutihortícola regional, ocupa un lugar fundamental en el desarrollo y crecimiento del modelo económico actual de consumo interno más exportación. La firma del Plan Frutícola Integral alienta el desarrollo de este complejo productivo con programas a 10 años y una inversión global de 736,5 millones de pesos. El dinero no se empolla. Para que produzca riqueza genuina debe pasar por la economía real de bienes, servicios y conocimiento. Pero tampoco se distribuye equitativamente por sí solo, es necesaria también una mejor y más justa distribución geográfica del ingreso nacional.
Crisis y esfuerzo
En momentos de grandes dificultades internacionales y crisis financiera global, debemos aunar esfuerzos, juntar recursos materiales e intelectuales para ayudar a pensar y resolver los desafíos que enfrenta el crecimiento de la Argentina. Alguna vez Antoine de Saint-Exupéry, al referirse a los argentinos del sur, dijo: ‘No se podría encontrar en otros sitios tanto sentido social, tanto sentido de la solidaridad, ni tampoco tanta serenidad. Serenidad de hombres que se enfrentan con grandes problemas‘.
Me sentí como en casa. Lo dije entonces y lo repito ahora. Estuve con rionegrinos. Estuve con patagónicos. Estuve con argentinos del sur que sueñan y luchan por construir un gran país.
viernes, 24 de octubre de 2008
Apoliticismo y antipolítico en el reclamo por seguridad I
Un acercamiento discursivo-comunicacional
por Manuel Tufró
1. El reclamo por mayor seguridad ha sido una de las principales causas de movilización ciudadana en los últimos tiempos. Esta inquietud tiene una base de explicación estadística concreta: según datos de la Dirección Nacional de Política Criminal, el número total de hechos delictivos ha venido creciendo desde el año 1992, y de manera más sostenida entre los años 1998-2002 (coincidiendo con el período de recesión económica, estallido social y posterior salida de la convertibilidad), para descender levemente en los años subsiguientes. Sobre estos datos empíricos que apuntan a un crecimiento del delito, se han montado una serie de campañas mediáticas que buscan instalar lo que Stuart Hall ha denominado “pánico moral” (Hall, 1978).
En este contexto, diferentes sectores de la sociedad civil se han organizado para reclamar a las autoridades, pero también para actuar sin esperar las respuestas de los representantes del Estado. La mayor parte de las agrupaciones y asociaciones surgidas al calor del reclamo por seguridad se definen a sí mismas, y describen su accionar, como “no político”. Resulta por lo menos curioso que ciertos actores de la sociedad civil consideren que el debate por la seguridad pueda ser considerado como un tema al margen de “lo político”. De hecho, el carácter netamente político de la cuestión de la seguridad puede ser afirmado en varios niveles. En primer lugar, en los últimos años la agenda del crimen se ha venido posicionando como un tema central de la comunicación política y como eje de campañas electorales (Martini, 2004).
En segundo término, no hay que olvidar que lo que está en juego, en última instancia, cuando hablamos de seguridad, es la cuestión de la propiedad privada y de las formas legales o ilegales de apropiación privada de aquello que es producido colectivamente, formas que siempre son el resultado de luchas históricas y están en permanente discusión. En otras palabras, se trata de la cuestión del control social, entendido como “el conjunto de saberes, poderes, estrategias, prácticas e instituciones a través de las cuales las élites del poder preservan un determinado orden social, esto es, una geografía específica de los recursos, de las posibilidades, de los deseos” (De Giorgi,
2000:15, traducción propia).
Finalmente hay que dejar en claro que caracterizamos a la política, en sentido amplio, no solamente como la actividad privativa de los partidos o del sistema político, sino también como el proceso de formación de voluntades colectivas, es decir, de colectivos sociales. Desde este punto de vista, son políticos todos los procedimientos retórico-discursivocomunicacionales que buscan “operar sobre un pueblo disperso y pulverizado para
suscitar y organizar su voluntad colectiva” (Gramsci, 1993 : 65).
Los intercambios discursivos en torno al problema de la seguridad, fuertemente cruzados por temáticas identitarias y retóricas estigmatizadoras, se constituyen entonces en una de las superficies privilegiadas de aparición de lo político en la Argentina de los años recientes.
Desde ya que no es esta la idea de política que subyace a las prácticas de ciertas asociaciones vecinales que, nucleadas en torno al tema de la seguridad, se definen como “apolíticas” y describen sus actividades como “no políticas”. Esto ya no nos sorprende: vivimos en la época de la “distancia sociedad - partidos” (Sidicaro, 2002), una brecha que se erige en un fenómeno de alcance global. Desde un abordaje discursivo-comunicacional, resulta interesante obervar cuáles son las estrategias a través de las cuales estos actores buscan construir como apolíticas
sus intervenciones públicas, para lo cual muchas veces no dudan en acudir a un arsenal retórico que podríamos calificar, más que de apolítico, de antipolítico. Aún teniendo en cuenta el carácter precario de cualquier tipología discursiva, se podría afirmar que lo “antipolítico” no constituye un tipo de discurso, sino más bien una serie de elementos retóricos y enunciativos que pueden ser articulados por una variedad de discursos. Es posible reconocer estos elementos en ciertas construcciones identitarias que se fundan en una oposición al sistema político existente, como el caso de los primeros piqueteros (Auyero, 2001) y de las asambleas barriales (Di Marco et. al., 2003).
Pero también podemos encontrar posicionamientos antipolíticos en discursos de signo ideológico opuesto, cuyo objetivo es realizar un desplazamiento de sentido desde la caracterización negativa de los políticos hacia la política en general en tanto actividad o práctica. Esta estrategia fue utilizada, por ejemplo, por los sectores más concentrados del capital financiero y sus intelectuales orgánicos durante la crisis del 2001-2002 (Tufró,
2004).
Volvemos a encontrar construcciones semejantes en organizaciones de la sociedad civil que temarizan la cuestión de la seguridad. Los actores que en los últimos años han hecho del reclamo de seguridad su bandera construyen su espacio enunciativo a partir de una doble exclusión. El primer eje es el que divide al “buen
vecino” del “delincuente” (Daroqui, 2004).
El segundo es aquel que diferencia entre actividades políticas y no políticas. Sobre esta segunda exclusión, y sobre el oscilante juego de desplazamiento entre apoliticismo y antipolítica, trabajaremos en este artículo.
2. Las convocatorias realizadas por Juan Carlos Blumberg entre abril de 2004 y septiembre de 2006, emanadas desde la “Fundación Axel Blumberg por la Vida de Nuestros Hijos” y desde los medios masivos embarcados en la “Cruzada Axel”, tuvieron como una de sus consignas principales la de evitar que los concurrentes se presentaran con cualquier signo visible de pertenencia a alguna agrupación política.
En cambio, debían portar cada uno una vela y, a lo sumo, una bandera argentina.
Nuestros actos se diferencian de los otros porque es (sic) algo ecuménico, apolítico,(Entrevista con el responsable de seguridad de la Fundación Blumberg)i.
y que defiende únicamente los valores, por eso la gente nos apoya, porque se ven
representados (...). Nuestro paradigma es amplio y abarcativo, para toda la
sociedad, las consignas son claras en cada marcha, no es como una protesta de
empleados que reclaman a una fábrica, es algo que incluye a todos.
El ecumenismo es posible a partir de un reclamo que, lejos de ser particular y de reflejar la preocupación de ciertos sectores de la sociedad, aparece como una preocupación general, “de todos”. Por eso también las velas, símbolo que se dejaleer en una clave mucho más religiosa que política, transformando a la marcha en una especie de procesión que (de)muestra la unión de todos a través de ese lazo imperecedero que es el lazo de los valores. Quienes toman la palabra en los actos / procesiones de Blumberg son referentes religiosos, católicos, evangélicos y judíos.
Nos dicen que confían en nosotros porque comparten nuestras marchas y(Empleada de la Fundación Blumberg).
saben que estamos ajenos a todo lo que es la política, a diferencia de otras
marchas que están muy politizadas.
Las consignas de las marchas (“Por la vida de nuestros hijos”, “Por la paz”) estructuraron su eficacia simbólica a través de significantes o sintagmas vacíos con los cuales nadie puede dejar de estar de acuerdo, al mismo tiempo que nadie puede emprender la tarea de precisar la forma de poner en práctica acciones para alcanzar esos valores, porque ello dejaría al descubierto el verdadero rostro de quien lo intentara: el rostro político de la facción, del interés particular, del antagonismo social. Este colectivo general titulado “la gente” se construye, como se dijo, a través de la exclusión de los “delincuentes”, pero también de la de todos aquellos que tienen intereses sectoriales, facciosos. Otro sinónimo posible: intereses políticos. Esta exclusión se opera sobre los políticos profesionales, pero también alcanza a otras figuras identitarias cuya mera inclusión en lo excluido ya nos dice algo acerca de la naturaleza del colectivo que intenta construir el enunciador blumberguiano:
Ellos (los piqueteros) manifestaron su voluntad de venir a la marcha, y ahí(responsable de seguridad de la Fundación Blumberg).
les dijimos cuáles eran nuestras consignas y condiciones: venir con una
vela. Y sí, Castells se portó bien, no trajo nada, ni capuchas, ni carteles, ni
pecheras, ni palos. Es más, ¿sabés lo que hicieron? Vinieron con todo,
trajeron todas las banderas, las pancartas, llegaron hasta Florida, dejaron
todo en una esquina, y vinieron sin nada. Por eso digo que se portó bien.
La exclusión del “otro político” implica una frontera que debe recrearse continuamente a través de ciertas prácticas. Para ello, las prácticas apolíticas son contrapuestas a las prácticas políticas, de una manera homóloga a la forma en que las propuestas constructivas se oponen al reclamo caótico:
Hay dos formas de pedir las cosas: reclamar haciendo lío y la otra es presentar propuestas concretas con el apoyo del pueblo. (op. cit.)
o, también, de manera semejante a la forma en que lo pacífico se opone a lo violento:
(...) en el último acto, los comercios aledaños a la Plaza de Tribunales noLa misma construcción aparece reforzada desde medios masivos como el diario “La Nación”, que en una columna de opinión del 2 de abril de 2004 sostiene que la marcha de Blumberg
cerraban sus puertas, a diferencia de otros actos, y esto es porque todos
saben bien qué es lo que pedimos, nuestro reclamo es claro, es lo que piden
todos: justicia y seguridad. (op. cit.)
es la primera, en muchos años, que no tiene aptitud para dividir a nadie,No hace falta ser un analista avezado para intuir el carácter fuertemente político del discurso supuestamente apolítico de la Fundación Blumberg. Resulta interesante sin embargo anclar teóricamente esta afirmación. En el discurso de la
que no puede generar disidentes ni opositores. ¿Qué mente, por oscura que
fuere, podría haber marcado ayer un punto de discrepancia o de desacuerdo
ante esa avalancha que se deslizaba por las calles para reclamar,
simplemente, por la integridad y la seguridad de las personas?.
Fundación, la seguridad aparece construida como aquel reclamo que contiene en sí todos los reclamos. Su carácter de significante vacío le permite dar cobijo a unamultitud de reclamos insatisfechos. En sus arengas públicas, Juan Carlos Blumberg depliega una letanía que funde en una sola serie a Nair Mostafá con el caso Cabezas, a la corrupción menemista con García Belsunce, a Cromañón con la AMIA. Este tipo de construcciones seriadas son las favoritas de los medios masivos a la hora de contribuir a crear una sensación de inseguridad, pero, además, constituyen una herramienta retórica de construcción de espacios políticos, ya que no se limitan a expresar la presencia de cada demanda por separado, sino que establecen un lazo, una equivalencia que unifica a todas las demandas en su enfrentamiento con un “otro”, el este caso, los políticos. Se busca que el reclamo por la seguridad
asuma un papel hegemónico en la movilización social, que sirva como metáforapara los otros reclamos. Como afirma Ernesto Laclau, “Esta relación, por la que una cierta particularidad asume la representación de una universalidad enteramente inconmensurable con la particularidad en cuestión, es lo que llamamos una relación hegemónica.” (Laclau, 2004 : 13)
Desde aquí se constata, por si acaso hacía falta, el carácter eminentemente político de los reclamos de Blumberg, desde el momento en que “El punto central es que para que una cierta demanda (...) se transforme en política debe significar algo más que lo que es en sí misma, debe vivir su propia particularidad como un momento o eslabón de una cadena de equivalencias que la trasciende y, de ese modo, la universaliza.” (Laclau, 2000 : 211, cursiva en el
original).
Lo que se observa es una de las dinámicas básicas del funcionamiento de lo político, señalada ya por Gramsci: la construcción de una voluntad colectiva a partir de ciertos intereses particulares. Lo interesante es que este mecanismo político por excelencia es presentado bajo la forma de un movimiento apolítico, e incluso más:
se trata de un movimiento que construye discursivamente un colectivo de identificación basado en la expulsión de los políticos y en el trazado de una barrera simbólica tajante entre prácticas políticas (el “reclamo” que busca el interés
particular) y práctic as apolíticas (la “propuesta” que busca el bien común). Es decir, lo político (y los políticos) pasan a ocupar el lugar, en términos de Verón (1987), del contradestinatario, el adversario político. Tenemos aquí entoces el dispositivo enunciativo que estaría definiendo a un posicionamiento ya no apolítico, sino más bien antipolítico. Este dispositivo se caracterízaría por tener la estructura enunciativa de un discurso político (es decir, la construcción de un destinatario múltiple, uno de los cuales es un adversario) en el cual el lugar del contradestinatario / adversario está ocupado por todos aquellos que realizan “prácticas políticas”.
viernes, 17 de octubre de 2008
Cómo construir poder
Si tuviera una fórmula para los días presentes, sería uno de los individuos más codiciados del mundo. Pero se tratará aquí de ubicarnos en una coyuntura y verificar cómo se construyó, en ella, poder. Cómo lo construyó quien por fin se quedó con él. Con esa bestia codiciada que se construye, se atrapa y se defiende.
Si –como tradicionalmente se hace– señalamos al poder como la finalidad de la política, elegiremos una situación nacional estructurada y trataremos de ver quién se equivocó, quién no, y quién por fin se quedó con la parte del león. La coyuntura es una de las más ricas. El ’45. Se sabe que el ganador de esa contienda fue Perón. Aquí no se trata de ver una competencia entre buenos y malos. Esto significa dejar de lado la vieja antinomia (siempre recreada por la estrechez intelectual de quienes se mueven con los ojos en la nuca) peronismo-antiperonismo y buscar una mirada acaso técnica que indague los secretos internos de política. Por último: analizar la creación de poder en el ’45 deberá entregarnos el conocimiento de cómo crear hoy poder. Qué diferencias hay con esa encrucijada y qué semejanzas. Como punto de partida analizaremos las características centrales que definieron a los sujetos políticos de la encrucijada. Señalar sus características nos llevará a ver en qué acertaron y en qué –internamente– estaban destinados a fracasar por no poder ver hechos que –para la creación de poder– eran sustanciales.
La izquierda miraba hacia afuera. Es decir, hacia la guerra llamada mundial. Creer que la guerra era mundial llevaba a la izquierda (representada por el Partido Comunista) a sostener un apoyo y una obediencia de militantes fieles a las directivas de Moscú. El estalinismo la constituía. Y pensaba, de buena fe, que así debía ser. En Europa se impulsaba una lucha contra el fascismo y la Unión Soviética era líder en ella. Esto se había manifestado desde la entrada de la URSS en la contienda. Había que ganar esa guerra, que era mundial, era de todos, y el país que conducía Stalin se desangraba en batallas gloriosas contra las hordas nazis. El nazismo, a su vez, tenía sus garras hundidas en la Argentina. Eran los militares del golpe del ’43 y más tarde el heredero de ese golpe: ese coronel Perón, sonriente y manipulador. ¿Cuál era la centralidad de esta política? La centralidad estaba afuera, no en el país. Pensar que la guerra, por ser mundial, desplazaba el eje problemático del país fuera de él era una convicción de los comunistas de esa hora. Todo por la gloriosa lucha de la Unión Soviética contra el nazismo, ésta era su convicción. Y si miraban adentro era para detectar quiénes eran los nacional-socialistas autóctonos.
La oligarquía era el grupo tradicional de la política argentina. Siempre cerrado sobre sí, siempre temiendo que le roben el país. "Los argentinos somos cada vez menos. Cerremos el círculo y velemos sobre él", había dicho Miguel Cané en conocido texto. Antes del golpe del ’43 tenían listo al hombre que deseaban fuera presidente. Su candidatura se había decidido en la Cámara de Comercio Británica y su nombre era paradigmático: Robustiano Patrón Costas. Hacendado del interior del país era –como lo señala su nombre– 1) robusto, es decir, fuerte, 2) Patrón y, por último, 3) Costasseñalaba los costos de producción primaria, algo que el hombre debía saber reducir para que los negocios (su margen de ganancia) crecieran como el trigo de la pampa. Como sea, que se llamara Patrón lo decidía todo.
Eran los aliadófilos. Los campeones de la democracia. Veían así la cuestión: las democracias occidentales guerreaban en Europa contra el totalitarismo nazifascista. Cuando cae París realizan un acto en la Plaza San Martín. Uno de ellos, brillante escritor, dice: "Por primera vez sentí que una emoción colectiva no era indigna". Era Borges. Luego lanzaría otras frases. Sería condecorado por Pinochet y diría: "Me honra esta condecoración porque Chile tiene la forma de una espada". Sugiero mirar a Borges como nuestro Heidegger. Genial, pero fatalmente equivocado. Es sólo una sugerencia.
Los militares del ’43 dan el golpe en junio de ese año. ¿Cuál es su horizonte? ¿Qué ven? Sueñan con la industria pesada. La siderurgia, los altos hornos. Simpatizan con Alemania. Se han formado al calor de los textos de sus grandes ideólogos militares: Clausewitz, Colmar von der Goltz. La industria pesada no necesita muchos trabajadores. Con pocos y especializados se puede llevar adelante. Se agrupan en el GOU: Grupo de Oficiales Unidos o ¡Gobierno! ¡Orden¡ ¡Unidad!
El coronel Perón forma parte del GOU. Pero se va abriendo porque ve algo que los demás no ven. Por haberlo visto se adueña, primero, de la Secretaría de Trabajo y, luego, del ministerio.
Fruto del proceso de sustitución de importaciones que se venía realizando desde la década del treinta, los migrantes internos llegan a la Capital Federal. La Capital no está preparada para recibirlos a todos. Se crean las primeras villas miseria. Son la negritud. El pelo abundante y negro. La cara del mestizaje. La soledad y el deseo de tener un lugar en la gran urbe. Se les dice "cabecitas negras".
Eran (y aquí está la base del éxito del triunfador de esta coyuntura) lo nuevo. Estos migrantes eran lo único que antes no existía. Todo estaba menos ellos. Eran una materialidad no cubierta por ninguna fuerza política.
Quien los ve –como base de sustentación de una política– es ese coronel del GOU, Perón. Es paradigmático su triunfo sobre José Peter, dirigente del gremio de la carne. Hay huelga de los obreros de ese sindicato. Peter les pide levantarla: se necesita carne en Europa para los ejércitos de la democracia. Perón les autoriza la huelga. Y se los gana. Neutralista como lo fueron los hombres de Forja ("los argentinos queremos morir aquí"), se acerca a los migrantes y se constituye en su líder político. En suma, el único que vio lo nuevo en esa coyuntura fue Perón. Lo nuevo era la base real para crear poder. El lo tuvo porque él la convocó.
¿Cómo crear hoy poder? Los poderes están creados y no hay sujeto nuevo. No lo hay porque todos lo son. Acaso el único sujeto nuevo sea aquel que no tienda hacia la destrucción, la catástrofe. Porque la multipolaridad reinante es negativa. La peste aviaria era lo único que faltaba para completar el cartón apocalíptico de este presente. La peste (sida, pandemia aviaria). La guerra (Irak). El hambre (11 millones de niños mueren por año). La muerte (omnipresente). Los cuatro jinetes del Apocalipsis galopan a lo largo y ancho del planeta. En cuanto a nosotros: ¿hay sujeto nuevo? ¿Alguien juega el papel que jugó Perón en su exitosa tarea del ’45? ¿Cómo apartarnos de la negatividad multipolar? Bush es el imperio dislocado, bélico y prepotente. El terrorismo sólo sabe destruir y no crear. Son las opciones extremas. Tal vez América latina pueda aportar lo nuevo. Una nueva alternativa, una nueva racionalidad, una negación del Apocalipsis. Esa opción se juega hoy en la Cumbre en que Bush, a los golpes, brutalmente, busca meter el ALCA y destrozar el Mercosur, que, para nosotros, es una cara de lo nuevo. Ya que lo nuevo, la fuente de nuestro poder es, para nosotros, latinoamericanos, la unidad.
domingo, 12 de octubre de 2008
¿Dónde está la izquierda?
Me ausento de este espacio durante veinticuatro horas, no por necesidad de descanso o falta de asunto, simplemente para que la última crónica se mantenga un día más en el lugar en que está. No estoy seguro de que lo merezca por la forma en que dije lo que pretendía, sino para darle un poco más de tiempo mientras espero que alguien me informe donde está la izquierda…
Hace alrededor de tres o cuatro años, en una entrevista a un diario sudamericano, creo que argentino, entre la retahíla de preguntas y respuestas solté una declaración que inmediatamente supuse que iba a causar agitación, debate, escándalo (hasta este punto llegaba mi ingenuidad), comenzando por las huestes locales de la izquierda y a continuación, quien sabe, como una onda que se expandiera en círculos, en los medios internacionales, tanto políticos, sindicales o culturales que de la dicha izquierda son tributarios. En toda su crudeza, sin escamotear su propia obscenidad, la frase, puntualmente reproducida por el periódico, era la siguiente: “La izquierda no tiene ni puta idea del mundo en que vive”. A mi intención, deliberadamente provocadora, la izquierda así interpelada, respondió con el más gélido de los silencios. Ningún partido comunista, por ejemplo, empezando por aquel del que soy miembro, salió a la palestra para rebatir o simplemente argumentar acerca de la propiedad o la falta de propiedad de las palabras que pronuncié. Con mayor razón, tampoco ninguno de los partidos socialistas que se encuentran en los gobiernos de sus respectivos países, pienso, sobre todo, en los de Portugal y España, consideró necesario exigir una aclaración al atrevido escritor que había osado lanzar una piedra al putrefacto charco de la indiferencia. Nada de nada, silencio total, como si en los túmulos ideológicos donde se refugian no hubiese nada más que polvo y telarañas, como mucho un hueso arcaico que ya ni para reliquia serviría. Durante algunos días me sentí excluido de la sociedad humana como si fuese un apestado, víctima de una especie de cirrosis mental que provocaba que no diera pie con bola. Llegué a pensar que la frase compasiva que andaría circulando entre los que así callaban sería más o menos ésta: “Pobrecillo, ¿qué se podría esperar de él con esa edad?” Estaba claro que no me encontraban opinante con la estatura adecuada.
El tiempo fue pasando, pasando, la situación del mundo complicándose cada vez más, y la izquierda, impávida, seguía desempeñando los papeles que, en el poder o en la oposición, les habían sido asignados. Yo, que mientras tanto había hecho otro descubrimiento, el de que Marx nunca había tenido tanta razón como hoy, supuse, cuando hace un año reventó la burla cancerígena de las hipotecas en los Estados Unidos, que la izquierda, allá donde estuviera, si todavía le quedaba vida, abriría por fin la boca para decir lo que pensaba del asunto. Ya tengo la explicación: la izquierda no piensa, no actúa, no arriesga ni una pizca. Pasó lo que pasó después, hasta lo que está ocurriendo hoy, y la izquierda, cobardemente, sigue no pensando, no actuando, no arriesgando ni una pizca. Por eso no es de extrañar la insolente pregunta del título: “¿Dónde está la izquierda?” No doy albricias, he pagado demasiado caras mis ilusiones.